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El oro se mueve entre la inflación y los riesgos geopolíticos

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Después de la fuerte corrección que sufrió en 2013, el precio del oro parece haber encontrado estabilidad en este año. La perspectiva de menor estímulo monetario por parte de la Reserva Federal y el fortalecimiento de la economía estadounidense frenaron la demanda de activos alternativos, provocando la mayor devaluación del metal dorado en tres décadas.

En cambio, desde el comienzo de 2014 la dinámica entre oferta y demanda se ha visto fuertemente influenciada por la disminución de las ventas de los inversores al tiempo que la adquisición física de los mercados emergentes ha sido constante. Dicho de otra manera, como los inversores pusieron menos onzas en el mercado, las compras de países como China e India fueron suficientes para absorber la oferta de las minas. Sin embargo, de acuerdo con un reciente análisis de Bank Of America/Merrill Lynch, la demanda física de los mercados emergentes ganará peso en el mediano plazo si consiguen afluencia económica, sugiriendo que lo peor ya podría haber pasado en el mercado del oro.

Por el momento, los inversores, especialmente en los países avanzados, siguen siendo los compradores marginales del metal precioso, del que se desprenden o adquieren en base a factores macroeconómicos predominantes. Esto ya se puso de manifiesto en la evolución de los precios en 2013, cuando la combinación del aumento de las tasas nominales y la caída de las expectativas de inflación – el entorno más bajista para el oro – encareció los costos desatando importantes ajustes de carteras.

A pesar de que el despliegue de la normalización de la economía global y las implicaciones que esto tiene para las tasas de interés y para la inflación siguen siendo factores de riesgo para el metal dorado; sin embargo, es improbable que se repita la volatilidad de precios observada desde hace un año.

Por otra parte, el aumento de la demanda de China y de otros mercados emergentes ha impulsado los precios de la mayoría de los metales, incluido el oro, que se pagaba a 1.326 dólares la onza el pasado 1 de julio frente a los 400 dólares por onza de hace una década, y tras haber alcanzado máximos en 1.931 dólares durante la crisis financiera en 2011.

Asimismo, los conflictos en Ucrania y Gaza, seguidos de cerca por Irak y Siria, que acaparan la atención mundial y de los mercados en las últimas semanas, impulsaron al oro en un 9,5% en el presente año. Pero, según destaca el Banco Mundial en un informe del 17 de julio, el rally del oro empezará a dar marcha atrás según vaya mejorando la economía y eventualmente, con el tiempo, la Fed, eleve las tasas de interés.

En contraposición a este argumento, los inversores todavía añaden al metal dorado en sus portafolios a través de los fondos cotizados (ETF), y productos globales cotizados sobre materias primas (ETP), como demuestra el aumento de los activos durante cuatro semanas consecutivas, la racha más larga desde 2012. En muchos casos, son los mismos operadores del mercado los que buscan una cobertura de riesgo contra la escalada de violencia en Europa del Este y Medio Oriente.

Luego de haber acumulado ganancias cercanas al 9% desde principios de junio a mediados de julio, una reciente fuerte afluencia de ventas ha puesto fin al rally más largo para el metal dorado desde agosto de 2011. Asimismo, y por primera vez en seis semanas, los fondos de cobertura redujeron las apuestas alcistas sobre el oro.

Desde el punto de vista del análisis técnico, la firma Research For Traders establece objetivos alcistas para el commoditie en 1.331, 1.335 y 1.391 dólares. En tanto, los soportes bajistas a corto plazo se ubican en 1.293 y 1.285 (medias móviles de 50 y 200 sesiones) y en 1.184 dólares, precio mínimo del oro en 2013.

Mónica Coronatti, Editora Sala de Inversión